SINOPSIS
¿Cómo
entender la España deshabitada desde unos ojos que lo tienen todo?
Escuchar, comprender al señor Cayo le hará ver la vida de otra
manera en la que no es más rico el que más tiene, sino el que menos
necesita.
¿Por
qué vivir alejado, desconectado, sin que ni siquiera llegue el
cartero, sea un problema? ¿Puede el alcalde, señor Cayo, entender a los
jóvenes políticos de ciudad…?
OPINIÓN PERSONAL
El
libro refleja las ganas de tres jóvenes políticos con la ilusión
que se generaba en aquella época el querer cambiar las cosas. Rafa, un joven pasota y de malas maneras, es de los que cree que la gente
cambiará sí o sí por las circunstancias de los acontecimientos que se
vienen dando en el país, mientras Víctor (el candidato) es más
correcto, piensa que hay que ganarse a la gente con hechos y no con
simples palabras y engaños o miedos de lo que puede venir según
quien gane. Lali, por su parte, esa feminista de manual, es el punto de
inflexión entre los dos, que hace discutible cada una de las ideas
que se prodigan uno y otro además de no dejar de poner a la mujer
donde ya debería de empezar a estar con los cambios de sociedad que
se vienen.
El
viaje que emprenden los tres políticos, Víctor el candidato y sus
compañeros, hacia esa España vacía y despoblada no les dejará indiferentes a ninguno. El encuentro con el señor Cayo cambiará la visión de Víctor por completo, haciéndole replantearse quién es
más o menos necesario en este mundo y por qué sacamos del sistema a
quien pensamos que es menos necesario. Además, podemos ver cómo los
enfrentamientos políticos siempre se han dado y generan siempre las
mismas sensaciones en las personas.
Los
diálogos entre el señor Cayo y ellos me recuerdan a las
conversaciones con mi abuelo, en las cuales siempre me ha recordado
que, aun viviendo en una chabola en la que la cerradura era la media que mi abuela se quitaba por la noche para poder agarrar la
puerta, se puede ser feliz.
Tener
la suerte de tener pueblo, aunque no tan deshabitado como el del
señor Cayo, me ha permitido y me ha regalado escuchar al gallo, coger
moras silvestres, oler el alpechín del aceite cuando se muele, ir a
la vaquería a por leche recién ordeñada o sentir el aire cuando
viajas en un carrillo tirado por un burro.
El
señor Cayo me produce esa ternura y ese recuerdo a mi niñez y
adolescencia, en la cual una persona que ha vivido momentos duros te
los cuenta y te enseña lo bonito, curioso y el valor que queremos
darle a la vida; por el contrario, los tres políticos me recuerdan a
mi época sindicalista, en la que defender el derecho de todos y todo
es lo que defiendes y te llena.
La
manera en que Delibes describe me hace ver con claridad la hoz, las
carreteras en los escarpados cañones, el río, las abejas y sus
colmenas y humanizar a cada uno de los personajes para moldearlos en
tu mente.
FRAGMENTO FAVORITO
Podría
quedarme con muchos diálogos del libro, pero este me gusto bastante
entre Víctor y Lali. Cuando vuelven con el coche y tienen que hacer
un alto en el camino después de haberse parado en la taberna de un
pueblo y emborracharse él y Rafa. Bajan los dos y caminan en mitad
de la nada mientras rafa duerme en el coche la borrachera.
V-
Ese hombre no nos necesita.
L-
¿Por qué no pruebas a olvidarte del señor Cayo? En definitiva, no
pasa de ser un ser prehistórico.
V-
¿Prehistórico? Puedes decirme, Lali, ¿por qué es más cultura
nuestra cultura?
L-
Víctor, por favor, la cultura del señor Cayo es de la era del
diluvio.
V-
¿De veras te parece más importante recitar Althusser que conocer las
propiedades de la flor del sauco?
L-
Vamos a dar la vuelta…
V-
¿Con qué derecho pretendemos arrancarle de su medio para meterlo en
el engranaje?
L-
¿Sabes, diputado, que tienes una lúcida borrachera?
V-
No me dejes...
L-
Tranquilo.
V-
Sabes qué te digo, que nosotros los listillos de la ciudad hemos
apeado a estos tíos del burro con el pretexto de que era un
anacronismo y los hemos dejado a pie.
¿Y
qué va a ocurrir aquí, Lali, me lo puedes decir, el día en que todo
este podrido mundo no quede ni un solo tío que sepa para qué sirve
la flor del saúco?
(...)
Mi
opinión sobre este fragmento es: ¿por qué la sociedad no cree que es tan válido un fontanero como un abogado? ¿Qué haremos sin la
gente de los oficios o de los pueblos el día que falten? ¿Quién
nos enseñará todos esos conocimientos?
Luis Díaz Asensio, N2 Distancia (turno de mañana)