Hijos de la droga es una novela Alemana de no ficción escrita por Christiane F. en colaboración con dos periodistas alemanes, publicado en 1978. Su nombre original es "Los niños de la estación del Zoo". De dicho libro también hay una película.
SINOPSIS
Es una historia autobiográfica real como la vida misma en la que la propia Christiane narra en primera persona sus experiencias en el mundo de la droga desde que, siendo aún una niña de tan solo 13 años, se inicia en el consumo social de hachís hasta su súbita caída en el abismo que representa el submundo...
Atrapada en la heroína y la restitución con al poco de 15 años prosigue su historia con interminables intentos de desintoxicación fallidos.
OPINIÓN PERSONAL
En esta ocasión he salido de mi habitual zona de confort entre novelas para terminar leyendo no ficción, algo muy poco habitual. Pero ha merecido la pena. Christiane explica su vida desde los seis años, cuando se muda con su familia a Berlín, procedentes de una aldea, hasta los quince cuando, después de tres años inmersa en una espiral autodestructiva, logra escapar del mundo de la heroína con la ayuda de su madre. Aún no ha cumplido los dieciséis y ya tiene que rehacer su vida.
El libro es muy duro, no es una recomendación para cualquier tipo de lector. Para empezar contiene todo lo que tachan ahora mismo de inapropiado: sexo, drogas, alcohol, delincuencia, muerte e incluso prostitución. Hijos de la droga es más deudora de los hechos que del estilo: la historia real se vale de los recursos narrativos para convertirse en una narración sin perder su verdad (que no verosimilitud, la cual es imprescindible). En ese sentido, se acierta plenamente con los elementos narrativos que se ponen en juego al servicio de la historia.
La voz del narrador:
Christiane nos explica en primera persona los acontecimientos de su, hasta el momento, corta vida y lo hace desde una distancia muy inmediata; sin embargo, sus reflexiones resultan bastante maduras y meditadas sin que por ello pierda espontaneidad.
Es una voz que necesita ser franca para poder reconciliarse con su pasado. El tratamiento naturalizado con vocablos propios del argot de los drogodependientes (fixer, turkey...).
Christiane habla de todos los temas, desde la fraternidad y las maldades que se dan entre los heroinómanos hasta su experiencia en la prostitución callejera o las noches de fiesta.
La estructura se basa en una sucesión de situaciones en casa, en la calle, en el colegio, siempre en orden cronológico y envueltas en las reflexiones de la protagonista o de la situación de la juventud en general.
Predominan las notas de la madre de la autora que resultan muy reveladoras en cuanto al papel de los padres y de la sociedad.
De la buena conjunción de estos elementos se obtiene una narración fluida y bien estructurada a través de la cual acompañamos a Christiane, observamos su sufrimiento y vemos cómo su entorno, entre hostil y ciego, le va cerrando puertas a ella y al resto de niños de su barrio.
Sin embargo, el tono de Christiane no es victimista en absoluto e incluso llega a hacer autocrítica de sus acciones pasadas mientras la narración susurra párrafo a párrafo su progresivo avance hacia el abismo.
Así que es imprescindible porque es una narración a la vez sencilla y poderosa que arroja luz sobre una cuestión todavía tabú sin caer en el morbo, ya que las notas reales de la madre de Christiane y otras personas involucradas en el fenómeno que se relata aportan muchísima verosimilitud y ayudan al lector a conocer mejor las circunstancias de la protagonista, porque nos da una lección de humildad, nos hace ver la ignorancia (y también la inocencia) de frases como: «esto no me va a pasar a mí» o «la culpa es de los padres» o «son las malas compañías».
Y sobre todo, porque conocer a alguien con la historia y la personalidad de Christiane F. te abre la mente y eso siempre resulta gratificante.
Da cierta pena, coraje, rabia y tristeza ver cómo una niña de solo 14 años se ve casi obligada a ejercer la prostitución como medio para conseguir esa droga que la hace olvidarse de la porquería de vida que tiene y ahí es donde deberíamos ir a reflexionar todos.
El libro es muy bueno y lo he disfrutado mucho. Lo recomiendo.
FRAGMENTO FAVORITO
Entonces ocurrió uno de los momentos más terribles de mi existencia: ese minuto en que vi partir a mi madre, sin una palabra y en el que nos dejó solas a mi hermana y a mí. Al cabo de unos instantes yo pensaba solamente en una cosa: él volvería a arremeter en contra de ella y los golpes proseguirían. Pero desde la sala no se percibía ningún movimiento. El único que se escuchaba era el de la televisión. Cogí a mi hermana y la metí en mi cama. No nos despegábamos la una de la otra. Mi hermana sintió deseos de ir al baño. La verdad es que no sentía deseos de ir al baño pero tenía pavor de mojar la cama porque eso le significaría otra golpiza. Sentimos la voz de papá en la sala de estar. Nos dijo: “Buenas noches”. Al día siguiente por la mañana nadie vino a despertarnos. No fuimos a la escuela. Al final de la mañana mi madre regresó. Sin decir palabra, o casi nada, recogió algunas cosas, metió el gato en un bolso, luego me dijo que atara a Ayax a una cuerda y nos dirigimos a tomar el metro. Pasamos los días siguientes en la casa de una compañera de trabajo de mamá. Y ella nos explicó finalmente que deseaba divorciarse.
Jose Jérez, N2 AT