La mañana empieza pronto, fresca y oscura, ya que todavía no ha amanecido y aún
permanecen encendidas las luces de las farolas, y el relente de la mañana hace que más
de uno se piense si ha elegido bien la ropa.
Enseguida te vas encontrando con los compañeros con los que vas a hacer la ruta; no tardan en salir los primeros típicos comentarios...
—A ver cómo vamos hoy de deprisa.—dice uno.
Enseguida te vas encontrando con los compañeros con los que vas a hacer la ruta; no tardan en salir los primeros típicos comentarios...
—A ver cómo vamos hoy de deprisa.—dice uno.
—Hoy tranquilos, que he tenido una semana dura en el trabajo y decimos que vamos
tranquilos y acabamos reventados —murmura otro.
—Pues yo no puedo ir a paso de tortuga, que tengo que ir a comer a casa de mi suegra —comenta el más preparado del grupo, insinuando que va a ir deprisa.
—Pues yo no puedo ir a paso de tortuga, que tengo que ir a comer a casa de mi suegra —comenta el más preparado del grupo, insinuando que va a ir deprisa.
Con el propósito de pasar una buena mañana de deporte, risas y algún que otro enfado, todo transcurre con normalidad; el grupo colabora y la marcha es a un ritmo tranquilo pero constante, lo que hace que no haya ningún rezagado.
La mañana acaba tomando algún refresco con y sin alcohol; las charlas continúan con anécdotas de todos los ámbitos de la vida. Para mí es el mejor momento del día, porque además de hacer deporte, estás compartiendo cosas con compañeros que no están a diario en tu vida.
Juan Jesús López Serrano, N2 Semipresencial
