jueves, 2 de junio de 2022

EL DISPUTADO VOTO DEL SEÑOR CAYO, DE MIGUEL DELIBES

SIPNOSIS

Se trata de una narración acerca de un grupo de militantes políticos, que al ver que las elecciones están próximas, deciden salir a visitar pueblos perdidos de la geografía española para asegurar su victoria. 

El pueblo al que llegan está entre montañas y prácticamente deshabitado, solo viven tres personas, el señor Cayo y su mujer que tiene problemas con el habla y también es sorda, pero es su compañera fiel de toda la vida y un vecino con el cual no se habla desde hace mucho tiempo. 

Víctor, que va a ser diputado, se quedará impactado con el señor Cayo.


OPINIÓN PERSONAL

Me ha resultado una lectura sencilla, fácil de entender, con un lenguaje muy jovial. Me ha calado hondo el señor Cayo, por su sabiduría, pues me ha transportado a mi pueblo, a las costumbres que se tenían por entonces (muchas de ellas ya casi olvidadas), a los consejos que te daban las personas mayores, las cosas que te enseñaban. Como dice Víctor, de la nada te sacaban cualquier cosa y cualquier cosa valía para algo. 

Me ha gustado mucho la enseñanza que se saca, pues Víctor se queda realmente impactado y en shock. Él pensaba que por tener estudios, una carrera o ser cultos, ya lo sabían todo y se da cuenta que es un completo ignorante y lo explica de un modo sencillo: 

En caso de un desastre mayúsculo, el señor Cayo podría vivir sin Víctor, pero Víctor no podría vivir sin el señor Cayo. 

Y esto me lleva a pensar en los mayores con los que me crie, qué razón llevaban cuando decían: 
Estos señoritingos que vienen al pueblo o estos políticos qué harían sin nosotros (hombres de campo a los que los tenían como paletos), se tendrían que comer los papeles si pasa algo, nosotros siempre tendremos nuestro campo para poder comer. 

Me ha calado hondo el señor Cayo pues me ha recordado mucho cosas de mi vida.

FRAMENTO QUE MÁS ME HA GUSTADO

Repentinamente echó a reír: ¡Joder! – añadió- ¡Tienes unos ojos como si acabara de aparecerse el Apóstol Santiago! 
La voz de Víctor sonó apagada pero firme: 
- Ese tío, coño, es como Dios, de la nada saca cosas. 
- No hay derecho-. Y recostó la nuca en el respaldo del asiento. 
- ¿A que no hay derecho, macho? 
- A esto – dijo Víctor, apuntando a los últimos edificios del pueblo-. A que hayamos dejado morir una cultura sin mover un dedo. 

La verdead que el final del libro es lo que más me ha gustado desde la página 158 hasta el final.

Mª JESÚS CENCERRADO - N2 AT

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas destacadas