lunes, 22 de mayo de 2023

CRÓNICA DE UN VIAJE NO ANUNCIADO

¿Los sueños se cumplen?

Puede que te hayas hecho esta pregunta en alguna ocasión. Para mí, en respuesta a la pregunta "¿algún día seré recompensada por mi esfuerzo?", la respuesta es rotunda: sí.


Crónica de un viaje no anunciado:

Lunes 1 de mayo de 2023, Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid-Barajas, 04:00h. Era la primera vez que iniciaba un vuelo sin el abrigo y el cobijo de mi familia y amigos. Mi cuerpo entero temblaba y mis manos transpiraban de nerviosismo. Pero todos mis temores desaparecieron cuando todo el "team" Erasmus nos hicimos la primera fotografía antes de comenzar el viaje. EL VIAJE. Así, en mayúsculas y subrayado, como cuando uno quiere gritar de alegría y contagiar todo lo que le rodea.

Fue un vuelo magnífico, para algunos su primer vuelo, lleno de emociones, miedos e incertidumbres, pero siempre con una sonrisa y apoyándonos los unos a los otros. Aterrizamos unas horas después en el aeropuerto de Sofía (Bulgaria), donde nos esperaba un amabilísimo conductor apodado por nosotros como "Sancho". Él nos trasladó en un cómodo minibús hasta nuestro destino: Skopje, capital de Macedonia del Norte. Durante el trayecto, me di cuenta de la diferencia de vida en su "Europa" con respecto a la nuestra. Me llamó mucho la atención que a lo largo de todo el camino había muchos garajes simulando talleres, donde los vehículos esperaban a ser europeos de "primera". Otro detalle a destacar del recorrido hasta mi destino fue el color de sus montañas. Tenía el abanico de verdes más bonito, amplio y singular que puedas imaginar, un contraste brutal con Skopje, una ciudad que podríamos denominar "la ciudad de las grandes estatuas grises".

Al alojarme, me cercioré de que los hoteles de 4* en Skopje nada tienen que ver con la misma calificación que en nuestro país. Para igualarla, podría decir que está en concordancia con los innumerables hostales de nuestra red de carreteras, nada que ver con los hoteles de 4* de nuestra costa, donde el todo incluido es eso, un todo incluido, también con las vistas de un precioso color azul mediterráneo. Desde las mías, lo único que se divisaba era una gran mole gris, del que en algún momento fue un edificio, quedando en la actualidad, simplemente su esqueleto. Uno de tantos y tantos que aún permanece en la ciudad recordando lo que fue en su día y lo que la tragedia les legó. Nunca nos explicaron si era huella de las guerras continuas o del enorme terremoto de 1963, donde se destruyó más del 70% de la ciudad. A día de hoy, el reloj de la antigua estación de ferrocarril sigue parado justo en el momento en el que se produjo el terremoto, las 5:17h.

Conocer sus rincones fue como viajar al pasado, por un entramado de callejuelas que te adentra en el antiguo Bazar del barrio turco. El olor y el sabor del café recién elaborado quedarán impregnados en mí por mucho tiempo. El esplendor de sus escaparates, mostrando más que una zona de carga compras, una recreación de una escena de Bollywood. Para llegar a esta zona de la ciudad, había que cruzar el puente de piedra sobre el río Vardar. En esos momentos, me daba más cuenta de lo que significan las palabras determinación y probabilidad. ¿Qué niño de los que me cruzaba estaba determinado a terminar siendo mendigo de por vida? ¿Tenía la más mínima probabilidad de pertenecer a una simple clase media que allí ni siquiera existe? Ojalá la matemática y la suerte estuvieran de su parte, pero, muy a mi pesar, esta materia es una ciencia exacta.

Todas las visitas fueron engrandecedoras para mí: la casa de María Teresa de Calcuta, un pequeño templo donde se respiraba paz; el museo de la ciudad, unas imágenes de cera que transmitían dolor; el museo de arte contemporáneo, desde donde las vistas de todo el entorno no podían ser más espectaculares. Pero hubo dos excursiones que resaltaré por encima de las demás: la visita a la Cruz del Milenio, para llegar a ella, tuve que superar una vez más uno de mis miedos, y así fue, me armé de valor y dejé atrás mi miedo a la altura, como un símil al teleférico donde iba subida, dejando atrás Skopje y así conseguir alcanzar la cima, como si de un ochomil se tratase. La última visita que quiero relatar, y no por última, menos importante, sino todo lo contrario, fue navegar por el Canyon Matka. Intuía que el paisaje sería espectacular, pero realmente ese adjetivo se queda muy corto. El entorno era asombroso, el color del agua contrastaba con el verde brillante de las montañas que con el paso del tiempo han sido erosionadas dejándonos esta maravilla de lugar. El paseo fue tan grato y tan especial que incluso mi emoción recorrió mis mejillas en forma de lágrimas.

Estos últimos párrafos los dedicaré tanto al tema humano como académico. La formación recibida en el Erasmus estaba enfocada en ampliar conocimientos informáticos, tanto el profesorado como el temario era magnífico. Cabe destacar la profesionalidad de los maestros, ya que a pesar de que mi inglés era básico, hacían lo imposible para poder entenderme, y mira que se lo puse difícil, pero el idioma de la sonrisa es universal y con esto se recorre el mundo. Otro momento memorable fue la visita a la casa de Europa donde se presentaba un libro de la escritora española Carla de La Lá y donde tuve el placer de conocer y saludar personalmente al embajador español. De nuevo, el nudo del pecho se convirtió en emoción.

Por último, quiero trasladar mi cariño a todos y cada uno de mis compañeros por su trato hacia mí. Ahí va mi equipo: los chicos, Víctor siempre con su amplia sonrisa, César a la par, nuestro cantaor y editor de vídeos, Samuel el gran descubrimiento y "Erasmus revelador" y Giovanni amable, colaborador y "nuestro capo" particular. ¿Qué decir de mis chicas, que sin conocerlas, hemos formado el mejor equipo jamás formado? Hemos llorado de emoción al igual que reído hasta no poder más, quedando pendiente otra ronda en cualquier Chocolate House. Sin ellas nada hubiera sido igual. Noelia, una gran mujer y con un magnífico futuro por delante. Mamen mi primera mano en el avión, nunca olvidaré esa unión. Hada, simplemente una Diosa, mágica como su nombre y por último Raquel, nunca olvidaré nuestro vuelo de regreso; mi mejor vuelo.

Gracias a Cristina y Raquel por ser las mejores tutoras que podríamos haber tenido.

Toda esta narración no hubiera sido posible sin el apoyo y confianza de todos y cada uno de mis profesores.

AGRADECIDA ETERNAMENTE

Yolanda Santos, N2 BT

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