martes, 19 de diciembre de 2023

MICRORRELATOS DE LOS ALUMNOS DE N2 AA


UNA PEQUEÑA CANCIÓN


Esos ojos negros no los quiero ver llorar, tan solo salta conmigo en la senda del destino, que mientras me cuentas un cuento, estaré muy contento. Ese que dice que en una calle de París, donde un hombre lobo llamado Denís no es capaz de saber dónde está el límite del bien y del mal. Que aunque no me pueda levantar, al otro lado de la carretera siempre estará nuestro corazón de tiza en la pared, que nos recordará los años que nos quedan por vivir.


Vanesa Alonso Río.

(Inspirado en “Breve antología de la literatura universal”, de Luis Landero)



LA MADUREZ ADELANTADA DE UN NIÑO



Allí era todo un mal desasosiego, nada más entrar por la puerta una madre invisible, una niña y yo, al igual que ella, un niño con el único fin de cuidar de aquella niña hasta el día en el que todo cambiara. 

Yo siendo un niño, con no más edad de un niño de primaria, no comía, no bebía, no estudiaba, no jugaba, lo único que hacía era buscarme la vida para dar de comer a aquella niña, aunque en el proceso fuera mal parado.  

La madre invisible aparecía pocos días de la semana, pero cuando aparecía, la niña era muy feliz; al contrario que yo, porque ella tenía un manto en los ojos, pero yo aún con ese manto podría ver cómo la madre se envenenaba poco a poco. 

Hasta el día en el que no entró más por la puerta de la casa y yo, aquel simple niño, con alivio, pero con un dolor inhumano por ver a la niña desolada, pero segura con su familia. Yo casi ocho años después llevo la fecha de aquel día en la espalda como una simple tumba.


David Mastalerz


LA FLOR


En una noche calurosa, todos esperaban una flor hermosa. Sin embargo dormida se quedó la flor, sin salir de su capullo, vacío quedó el jardín, nadie volvió a ser el mismo.



Vanesa Alonso Río.



LA VIDA


En el rincón más antiguo de la librería, un libro polvoriento susurraba historias olvidadas. Una tarde, una niña curiosa lo rescató del olvido. Al abrir sus páginas, viajó a mundos lejanos y descubrió que los libros, como puentes mágicos, conectan almas a través del tiempo. Desde entonces, la librería guardó un secreto: cada libro espera su momento para cambiar vidas.


Cristina Costa Ruivo.



UN AMOR FUGAZ


En el café porteño, sus miradas se encontraron como tangos entrelazados. Él, con acento rioplatense; ella, con la cadencia española. En ese instante, Buenos Aires y Madrid se enamoraron, y sus corazones bailaron al compás de un amor que trascendió océanos y acentos.


Cristina Costa Ruivo.


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