Dentro de todas las experiencias que he podido vivir con mis compañeros y compañeras, incluyendo a todo el grupo, ya que no había distinciones entre alumnos y docentes, se grabó en mi memoria nuestra visita al CPIA de Lucca.
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Murallas de Lucca |
Recuerdo el agradable paseo desde nuestro histórico y magnífico alojamiento, cuya estructura interna me recordaba a las que había visto en el sur de Alemania, Francia e Italia: un amplio patio cuidado por los vecinos, favoreciendo espacios verdes con las viviendas dispuestas alrededor, formando un espacio cuadrangular que miraba a la suave vegetación que crece con facilidad donde la lluvia y la humedad lo permiten. Recorrimos las laberínticas y estrechas calles de Lucca durante un día que ojalá hubieran sido mil, o los que fueran necesarios.
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CPIA Lucca |
Tras un buen desayuno, nos movimos entre bicicletas de corte clásico y modernas carrocerías que apenas emitían ruido sobre el empedrado suelo, que curiosamente tenía algunas piedras numeradas. El olor a pan recién hecho y el café que emanaba de los locales donde los afortunados lugareños conversaban o entraban y salían rápidamente en busca de provisiones, probablemente camino de sus trabajos, se mezclaba con la humedad de la lluvia de los días anteriores, que daban paso a una jornada agradable y soleada. Las conversaciones se sucedían entre unos y otros, comentando las mejores jugadas del día anterior.
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Entrada al CPIA de Lucca |
Más allá, cruzamos los muros que protegían la musical y bella ciudad de Boccherini y Puccini, pues de sus mismas paredes parecía surgir deliciosas melodías de los maestros.
Ya adentrados en la nueva ciudad y guiados por la precisa brújula de Antonio, divisamos un edificio que aproximadamente parecía de los años 70 y que me recordaba, una vez más, a otras formas vistas en la vieja Europa, concretamente en Alemania. Era, sin duda, un colegio de lo que podría ser el equivalente a primaria en el Estado español. A su espalda y algo escondido se encontraba nuestro destino, que nos recibía con unos graciosos dibujos mezclados con lo que probablemente fueran fotografías de profesores o alumnos del centro.
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Elevador del CPIA |
Una vez dentro y preparados para subir unas escaleras, pude percatarme de algo que me congratuló y alegró aún más la mañana: las sinuosas escaleras no tenían barreras ni impedimentos para que quien quisiera asistir a tal centro pudiera hacerlo sin el menor problema. Un elevador con su plataforma elevaba o descendía a quienes tuvieran problemas de movilidad, algo que debería ser obligatorio en cualquier centro de enseñanza.
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Interior del CPIA Lucca |
Arriba, en la tercera planta, nos esperaban la directora del centro Mila, Alice con su agradable sonrisa, y la que iba a ser nuestra profesora esa mañana, Matilde, quien impartía italiano para extranjeros en nivel avanzado. Ella nos invitó y mostró la clase.
Una vez allí sentados, fueron entrando nuestras compañeras y compañeros internacionales; había representación de prácticamente todos los continentes: Ucrania con un nutrido grupo, Sri Lanka, Brasil, Venezuela, Colombia, Camerún, Países Bajos y los tres españoles que me acompañaban. La disparidad de edades era también amplia. ¿Hay algo más bonito que un choque de culturas así?
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Arte en el CPIA de Lucca |
Estoy seguro de que experiencias tan enriquecedoras y multiculturales como la que vivimos aquel día serían un buen motivo de lucha para combatir la mayor de las lacras: la ignorancia.
Juan Carlos Gómez, N2A
Una gran experiencia con un grupo encantador
ResponderEliminarQue bien que te desenvuelves Italiano, ir a tu lado triunfo asegurado.
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