domingo, 12 de abril de 2020

TRABAJANDO DURANTE LA PANDEMIA

Nuestros alumnos y alumnas son ejemplares. Es un orgullo para el CEPA tener el privilegio de contar en nuestras aulas con trabajadoras modélicas como Vicky, alumna del Nivel 1D, quien en momentos tan duros sigue prestando a la sociedad servicios básicos sin los cuales sencillamente no podríamos funcionar. Su testimonio, narrado en primera persona, es emotivo, sincero y conmovedor, a la vez que muy ilustrativo acerca de uno de los grupos de profesionales que están viviendo esta pandemia en primera línea asumiendo grandes riesgos: los trabajadores de las residencias de mayores.

Os voy a contar mi caso, cómo llevo yo este confinamiento.

Para mí está siendo distinto al de los demás, pues tengo que seguir trabajando ya que soy trabajadora de primera necesidad: mi puesto está en una residencia de ancianos.

Lo que sí os puedo contar es cómo ha cambiado nuestra manera de trabajar para poder, o por lo menos intentar, poner todo de nuestra parte para luchar contra la COVID-19. Para ello hemos tomado una serie de medidas de precaución.

Mi puesto de trabajo es en la cocina. Desempeño el trabajo de encargada de ayudante de cocina, y aquí nosotras, que siempre hemos mantenido unas medidas adecuadas de higiene en la cocina, ahora lo hacemos de una manera mucho más exhaustiva.

Cuando llegamos a trabajar bajamos al vestuario a cambiarnos directamente. Ahora, lo primero que hacemos es limpiarnos las suelas de las zapatillas sobre unos empapadores de lejía, para no pasar dentro nada de lo que podamos llevar en la planta de las zapatillas. Al mismo tiempo nos desinfectamos las manos con jabón desinfectante y sustituimos los guantes con los que veníamos por otros nuevos. A continuación, nos ponemos la mascarilla y ya estamos listas para ponernos la ropa de trabajo.

Entre la puerta de la cocina y la del comedor volvemos a limpiarnos las suelas de las zapatillas, una vez que nos hemos cambiado y puesto el uniforme, al cual se ha añadido un delantal de plástico. Después, salimos del vestuario y volvemos a cocina, donde nos volvemos a desinfectar las manos y nos volvemos a cambiar de guantes y empezamos a trabajar.

Mi labor consiste en preparar, lo primero, el desayuno de los abuelitos: cacao batido, unas galletas, bollos, descafeinado, colacao, zumos, fruta (previamente desinfectada). Una vez que está preparado esto, se empiezan a preparar las cosas que necesite la cocinera, es decir: salsas, sofritos, etc... Toda, toda la verdura que se utiliza para estas cosas son previamente desinfectadas con lejía alimentaria. También preparo fruta batida, limonada, desayunos personalizados...

A la hora de preparar los purés para los abuelitos, se llama siempre a la gobernanta de la residencia para que, junto a la cocinera, calculen el peso exacto de las proteínas que toque en el puré, ya sea de pescado, carne, pollo o pavo. Si hubiese que preparar ensaladas, se lavarían las verduras metiéndolas en agua con unas gotas de lejía. La lejía siempre va en proporción a los litros de agua empleados.

Entre tanto voy ayudando a la cocinera con lo que necesite: partir pollo, pescado, o lo que sea necesario. Una vez que está todo hecho, paso a limpiar cada zona utilizada con jabón y lejía. Los utensilios utilizados se meten al lavavajillas, programado a la temperatura correcta, entre 75 y 85 grados, y al que también le ponemos un buen chorro de lejía. Mientras vamos haciendo todo esto, llenamos los fregaderos de agua bien caliente, lejía y jabón; para cuando vengan las auxiliares con los carros del desayuno, lavarlo todo. Se ponen en los fregaderos para desinfectar y los dejamos un ratito en remojo. Seguidamente se ponen en el lavavajillas para que queden impolutos. Después de esto, paso a batir purés y salsas y se reparten los menús, que se dejan en mesa caliente, marmita o donde corresponda para poder mantener su temperatura hasta la hora de las comidas.

También en lo que hemos cambiado ha sido a la hora de recibir el género. Antes eran los repartidores los que nos llevaban el género hasta la cocina. Ahora no. De ninguna de las maneras pueden traspasar la puerta de la cocina. Aunque ellos viene con sus correctos EPIs, soy yo la que se encarga de transportar el pedido hasta la cocina y colocar cada cosa donde corresponda, ya sea congelador, neveras o almacenes.

Cuando viene el repartidor con el género no perecedero, lo tengo que transportar hasta un almacén que está situado abajo del todo. Para ello tengo que recorrer toda la residencia, así que tengo que cambiarme los guantes, desinfectarme las manos, limpiarme otra vez la suela de los zuecos y rociarme con un desinfectante.

Cuando ya hemos terminado con todo esto, pasamos a limpiar cocina, cámaras, puertas, suelos: todo se queda limpio para el turno de la tarde.

Los cambios más drásticos pertenecen a lo que es dentro de la residencia. Este viernes pasado estuvo el ejército español, la UME, un grupo de cinco chicos. Eran muy jovencitos y fueron superamables con todas nosotras. Nos daban muchos ánimos, estuvieron desinfectando la residencia y los jardines.


Otro de los cambios más duros es la muerte de los abuelos. El viernes murió un abuelito y estuvo en su habitación hasta el domingo por la tarde, que fueron los de la funeraria por él. Las cosas están muy feas, lo que yo peor llevo de todo es ver cómo los abuelos se han quedado sin visitas porque han tenido que suprimirlas. Solo pueden contactar con ellos a través de videollamadas, y eso el que esté bien, claro.

También resulta triste ver cómo están todos aislados, cada uno en su habitación, sin poderse ver entre ellos. Aunque se pasaban el día discutiendo unos con otros, al final resultaba hasta gracioso. Echo de menos pasar por el comedor, por el salón. Ahora no se oye nada de nada, todo vacío, silencioso, muy triste no poder darles un besito.

Pero lo que más me duele es ver cómo lo están pasando mis compañeras, las auxiliares. Cómo lloran, cómo se agobian, cómo las ves desesperadas por no poder hacer más de lo que hacen. Son unas chicas maravillosas con un corazón enorme, creo que todas tenemos mucho mérito por ir a nuestros puestos de trabajo cada día y seguir luchando.

Mi conclusión de todo esto es que todos y cada uno de nosotros estamos luchando, cada uno como puede y de la mejor manera posible: los que están en casa sin poder salir, agobiados por no poder asistir a sus trabajos; los peques, aguantando el chaparrón sin poder correr por la calle, sin ir al cole y sin ver a sus amigos: son unos campeones. Y qué decir de nuestros sanitarios, policías, ejército... Son todos nuestros héroes, nuestros ángeles de la guarda.

¡¡¡¡¡TODOS JUNTOS PODEMOS!!! ¡¡¡¡YO ME QUEDO EN CASA!!!!

Vicky, N1D

2 comentarios:

  1. Hola viki me ha gustado mucho tu trabajo sobre la pandemia, y realmente es una labor formidable la que estáis haciendo todos los trabajadores de la residencia, pues gracias a vosotros los abuelos están atendidos, pues ellos son los más vulnerables, por ello te felicito por la labor que estás haciendo y te digo Chapó. Mucho ánimo Viki y un beso.

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  2. Faltan aplausos para agradecer a quienes durante este período de tiempo habéis seguido trabajando en circunstancias tan difíciles. Enhorabuena, Vicky, por ello.

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