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jueves, 23 de octubre de 2025

EL DISPUTADO VOTO DEL SEÑOR CAYO, DE MIGUEL DELIBES

SINOPSIS

¿Cómo entender la España deshabitada desde unos ojos que lo tienen todo? Escuchar, comprender al señor Cayo le hará ver la vida de otra manera en la que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.

¿Por qué vivir alejado, desconectado, sin que ni siquiera llegue el cartero, sea un problema? ¿Puede el alcalde, señor Cayo, entender a los jóvenes políticos de ciudad…?

OPINIÓN PERSONAL

El libro refleja las ganas de tres jóvenes políticos con la ilusión que se generaba en aquella época el querer cambiar las cosas. Rafa, un joven pasota y de malas maneras, es de los que cree que la gente cambiará sí o sí por las circunstancias de los acontecimientos que se vienen dando en el país, mientras Víctor (el candidato) es más correcto, piensa que hay que ganarse a la gente con hechos y no con simples palabras y engaños o miedos de lo que puede venir según quien gane. Lali, por su parte, esa feminista de manual, es el punto de inflexión entre los dos, que hace discutible cada una de las ideas que se prodigan uno y otro además de no dejar de poner a la mujer donde ya debería de empezar a estar con los cambios de sociedad que se vienen.

El viaje que emprenden los tres políticos, Víctor el candidato y sus compañeros, hacia esa España vacía y despoblada no les dejará indiferentes a ninguno. El encuentro con el señor Cayo cambiará la visión de Víctor por completo, haciéndole replantearse quién es más o menos necesario en este mundo y por qué sacamos del sistema a quien pensamos que es menos necesario. Además, podemos ver cómo los enfrentamientos políticos siempre se han dado y generan siempre las mismas sensaciones en las personas.

Los diálogos entre el señor Cayo y ellos me recuerdan a las conversaciones con mi abuelo, en las cuales siempre me ha recordado que, aun viviendo en una chabola en la que la cerradura era la media que mi abuela se quitaba por la noche para poder agarrar la puerta, se puede ser feliz.

Tener la suerte de tener pueblo, aunque no tan deshabitado como el del señor Cayo, me ha permitido y me ha regalado escuchar al gallo, coger moras silvestres, oler el alpechín del aceite cuando se muele, ir a la vaquería a por leche recién ordeñada o sentir el aire cuando viajas en un carrillo tirado por un burro.

El señor Cayo me produce esa ternura y ese recuerdo a mi niñez y adolescencia, en la cual una persona que ha vivido momentos duros te los cuenta y te enseña lo bonito, curioso y el valor que queremos darle a la vida; por el contrario, los tres políticos me recuerdan a mi época sindicalista, en la que defender el derecho de todos y todo es lo que defiendes y te llena.

La manera en que Delibes describe me hace ver con claridad la hoz, las carreteras en los escarpados cañones, el río, las abejas y sus colmenas y humanizar a cada uno de los personajes para moldearlos en tu mente.

FRAGMENTO FAVORITO

Podría quedarme con muchos diálogos del libro, pero este me gusto bastante entre Víctor y Lali. Cuando vuelven con el coche y tienen que hacer un alto en el camino después de haberse parado en la taberna de un pueblo y emborracharse él y Rafa. Bajan los dos y caminan en mitad de la nada mientras rafa duerme en el coche la borrachera.

V- Ese hombre no nos necesita.

L- ¿Por qué no pruebas a olvidarte del señor Cayo? En definitiva, no pasa de ser un ser prehistórico.

V- ¿Prehistórico? Puedes decirme, Lali, ¿por qué es más cultura nuestra cultura?

L- Víctor, por favor, la cultura del señor Cayo es de la era del diluvio.

V- ¿De veras te parece más importante recitar Althusser que conocer las propiedades de la flor del sauco?

L- Vamos a dar la vuelta…

V- ¿Con qué derecho pretendemos arrancarle de su medio para meterlo en el engranaje?

L- ¿Sabes, diputado, que tienes una lúcida borrachera?

V- No me dejes...

L- Tranquilo.

V- Sabes qué te digo, que nosotros los listillos de la ciudad hemos apeado a estos tíos del burro con el pretexto de que era un anacronismo y los hemos dejado a pie.

¿Y qué va a ocurrir aquí, Lali, me lo puedes decir, el día en que todo este podrido mundo no quede ni un solo tío que sepa para qué sirve la flor del saúco?

(...)

Mi opinión sobre este fragmento es: ¿por qué la sociedad no cree que es tan válido un fontanero como un abogado? ¿Qué haremos sin la gente de los oficios o de los pueblos el día que falten? ¿Quién nos enseñará todos esos conocimientos?


Luis Díaz Asensio, N2 Distancia (turno de mañana)

1 comentario:

  1. Muchas gracias Luís. Soy de tu misma opinión con respecto a tener un pueblo. Yo soy de esas personas afortunadas ,he comido de los panales de abejas directamente y cuando hago un café rico en mi casa ,puedo ver a mí abuela. Gracias compi.
    Ya me contarás donde están esos sindicalista que disfrutan defendiendo los derechos de los demás...
    Gracias.

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